Acabamos de pasar la fiesta de Halloween y la de todos los Santos y en multitud de webs, instagrams o blogs que sigo están hablando muchísimo de un postre tradicional, de los de toda la vida… las gachas dulces.
Mi madre me ha hablado de ellas en múltiples ocasiones, pero nunca las ha hecho en casa, sospecho que es porque a ella no le gustan demasiado o simplemente porque no se acuerda muy bien de cómo se hacen.
Se lo he comentado a Manu y me dice con mucha nostalgia que su abuela Duvi, la de Ávila se las hacía a Mari Carmen y a él cuando eran pequeños… ¡y que les encantaban!
Así, investigando un poco, decido seguir la receta que pone Susana de Webos fritos (mezclando con alguna otra cosilla que veo por ahí)
Se pone un fondo de aceite en sartén y cuando esté caliente (no demasiado) se echan unas cáscaras de limón y al momento una cucharada o dos de anís en grano.
Sin dejar que se tueste demasiado, se añaden un par de cucharadas colmadas de harina y otras dos de azúcar bien colmadas.
Se va dando vueltas, para que se fría la harina y se fría y no sepa a cruda.
Una vez tostada la harina, se añade despacio un vaso de agua templada y se va removiendo poco a poco, como si hiciéramos una bechamel.
Se van ajustando las cantidades hasta que cuaje y quede como una bechamel, no demasiado espesa.
Se vierte en cuencos individuales y se pone un poco de canela en polvo por encima.
Hay versiones en las que se pone leche también (como una proporción del doble de leche que de agua) y hasta un chorrito de anís dulce, cuando ya están cuajadas.
y por cierto, en todas las versiones (menos en la de la abuela de Manu) se fríen primero unos coscurrillos de pan al principio del todo, se reservan y se añaden al final, para que cuezan con la masa unos momentos.
¡Qué cosa tan rica! mi madre tenía razón… parece mentira que un poco de harina y agua esté así de riquísimo (bueno, si lo pensamos, son los ingredientes bases del pan, de los churros... o sea que no es tanto de extrañar )
Y la cara de mi chico… bueno… “saben exactamente igual a las de mi abuela, están tal y cómo las recordaba”
El mejor piropo que me podía echar, la verdad.


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