Aunque iniciamos este viaje un poco agobiados (Paula y yo teníamos la misma noche de empezar el puente el famoso concierto de S, Mendes) Lo cierto es que ha sido un fin de semana mágico.
Apenas hemos salido este invierno, y las predicciones para el tiempo son fantásticas, así que una vez que aterrizamos en Alfacar, pueblito cerca de la capital dónde está la casa rural, empezamos a disfrutar con muuuuchas ganas de todo.
Decidimos jugárnosla y aparcar fuera del centro y sus carísimos parkings y encontramos una zona, cerca del Palacio de Congresos donde aparcamos los dos días.
Está a unos 25 minutos del centro y nos ahorramos un buen dinero.
La subida a la Alhambra es durilla, porque la jodía está en toooodo lo alto, que para eso es una fortaleza-castillo.
Después de alguna que otra parada, más que nada para recuperar el resuello, por fin podemos entrar a ver esta maravilla.
Tenemos la visita a los Palacios Nazaríes a las 13:30, así que dedicamos la mañana a pasear y deleitarnos en el Generalife, el Palacio de Carlos V y el resto de jardines.
Mmmm el olor del azahar en flor... quien no lo haya olido nunca, no sabe lo que se pierde.
Y no se olvida jamás
Por fin, los Palacios Nazaríes.
Qué poco cuesta soñar con otras épocas e imaginarte que eres otra persona...
Esta vista desde lo alto de la más alta torre, es del famoso Paseo de los Tristes, llamado así porque siempre pasaban por esta calle los cortejos fúnebres y los que llevaban los ataúdes iban siempre muuuy tristes...
Hoy es un lugar de encuentro, lleno de terracitas súper agradables y con el Darro corriendo paralelo.
Irene se fijó en que este trocito de jardín tenía forma de estrella... qué observadora, la tía.
Un receso para el bocata... en el peor sitio de todos, justo a la salida donde todo el mundo tenía la misma idea... hacer justo esta foto (estaremos en los recuerdos de mogollón de turistas por los siglos de los siglos...jajaja)
En la sobremesa, un te. Hay muchísimas teterías en la zona de la Plaza Nueva, en el Albaicín...
muy reconstituyente, riquísimo. El único problema, que la variedad es tan enorme, que cuesta elegir.
Y los dulces...mmm de muerte lenta.
Nos hacemos una foto a la salida, la callecita está llena de tiendas preciosas.
Inmersos en la cultura árabe, este barrio parece un marruecos en miniatura.
Nos quedamos prendados de estas lámparas (que ya en Londres - Candem nos enamoramos Irene y yo) y como el domingo es el día de la madre... voy a hacerme un autorregalo, con el empuje de mi esposímero...jajaja (finalmente nos llevamos cuatro, dos para notros y dos para ellas, con hilarante regateo incluido...)
Estamos muy cerca de la Catedral y vemos preparativos varios para la fiesta de Las Cruces de Mayo, que parece ser se celebra la semana que entra.
Algo más entrada la tarde, enfilamos hasta el mirador más famoso, el de San Nicolás, donde se disfruta de la vista más impresionante de la Alhambra.
A última hora de la tarde, y con un tiempo fantástico, paseamos a orillas del Darro, buscando el paseo de los tristes y un lugar para cenar.
Otro sitio encantador, con más mercadillo, más terracitas, más vida, en suma.
Y para terminar bien el día, subimos un poquito de nuevo para ver la maravilla, de noche (la m. de foto no le hace justicia para nada)
Os dejo también unas fotos de las maravillooooooosas lámparas, que a día de hoy (han pasado ya unos cuantos...) me siguen fascinando:





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