Este mes es muuuuy cortito.
Solamente tres visitas, porque están las vacaciones de navidad.
En cierto modo, ahora que estoy en febrero, casi que me alegro... llevo mucho atraso con las entraditas del blog.
Ahora, aviso... estas tres entradas son regularcillas, sobre todo la de los belenes, y la de Brueghel...
Ahora, aviso... estas tres entradas son regularcillas, sobre todo la de los belenes, y la de Brueghel...
IMPRENTA MUNICIPAL - 4 DICIEMBRE
Es la primera visita del mes de diciembre, y la cosa promete.
La llamada Imprenta municipal hoy en día es una institución que depende del Ayuntamiento de Madrid, y está dedicada a la historia de la imprenta, el libro y las artes asociadas a ellos.
Nos ponen una proyección bastante interesante a nuestra llegada, y el guía de turno, nos cuenta bastantes cositas relacionadas con el edificio, y por supuesto con los objetos que integran todo el espacio.
Al morir Fernando VII, y tras la guerras napoleónicas, la ciudad de Madrid se quedó llena de pobres que vagaban por las calles. La epidemia de cólera que entró por las ciudades portuarias no hizo más que empeorar las cosas y la gente enferma y sin hogar poblaba las calles.
Se creo un asilo en el extrarradio de entonces, en la zona de Princesa y el Palacio de Liria.
Se llamaba el Asilo de San Bernardino. Allí, recogían a muchos de estos pobres e indigentes y les enseñaban oficio (relacionados con la imprenta)
Cuando cerró el asilo, en el año 1.907, les trasladaron durante unos años a la plaza de la Villa (a la casa-palacio de Cisneros. 1.9013) También estuvo un tiempo en la Casa de la Panadería.
Permanecieron allí hasta la creación del edificio objeto de nuestra visita de hoy, la llamada "Imprenta Municipal" en la calle de la Concepción Jerónima nº 15.
Se trasladaron sobre los años 30 cuando se terminó de construir el edificio, durante el gobierno de la Segunda República.
Los arquitectos son Francisco Javier Ferrero y Luis Bellido, y el edificio es un claro ejemplo de estilo racionalista de Madrid. Con una estructura de hormigón armado y fachada de ladrillo visto. En ella se rinde homenaje a la tipografía con las letras de mortero de cemento, a modo de tipos móviles, que componen el rótulo con el nombre de la Imprenta.
(fotografía de: http://unserenotransitandolaciudad.com/)
Sin embargo, a los niños los llevaron al actual Instituto de la Paloma en Francos Rodríguez, a un proyecto inacabado llamado "Ciudad Escolar"
Los adultos a este edificio-fábrica.
Se trata de un edificio de estilo racionalista, con decoración Art Decó, tan propias de los años 30.Tuvieron que salvar tres inconvenientes, el espacio, la luz y la ventilación.
Construyeron en 4 plantas y consiguieron, gracias al reciente y experimental hormigón, dotar al edificio de la suficiente fortaleza para aguantar el gran peso de las máquinas.
(fotografía de http://unserenotransitandolaciudad.com/)
Con un gran tragaluz en el techo, consiguieron la ansiada luz natural y con un sistema de ventanas "oscilobatientes" la suficiente ventilación, necesaria para el trabajo que se iba a desarrollar en estas instalaciones (la corriente racionalista trata de prever el uso que se va a dar al edificio, para poder hacerlo lo más funcional posible)
Las primeras impresiones se hacían con una fundidora y material de plomo y estaño.
Como curiosidad, me quedo con esto: la letra más usada en castellano es la "e", así que en las cajas de tipos o letras siempre se sitúa en el centro, para poder acceder mejor a ella.
Se imprimía en pliegos sueltos (grandes pliegos de papel y no en hojas como se hace ahora) hasta el siglo XIX.
La tinta de imprenta era una mezcla espesa hecha con ingredientes naturales y había que prepararla batiéndola y mezclándola bien.
Por este motivo, se desarrolla otro oficio dentro de este mundillo: los bateadores.
La que muestro a continuación es la primera máquina que vemos con detenimiento. Con ella se podían conseguir hasta 250 pliegos a la hora, lo cual que no está nada mal si tenemos en cuenta que cualquier libro copiado a mano se podía tardar en reproducir semanas o incluso meses...
Se colocan los pliegos, se colocan las letras y se impregnan con unos gigantescos tampones con la tinta. Finalmente se prensan añadiendo presión manualmente. El resultado a veces era muy irregular, puesto que no se ejercía la misma presión por todo el documento.
La invención de la máquina de vapor, se traduce en algunas mejoras, como por ejemplo, empezar a hacer las imprentas de hierro (la segunda que vemos, que es de aproximadamente de 1.860)
Ésta que tenemos aquí, parece ser que es muy parecida a la que estaba en el asilo de San Bernardino. Se duplica la producción con estas máquinas, no hay que parar, no se rompe el papel. Y se puede hacer una sola tirada porque la pletina es más grande y hace falta mucha menos fuerza. Se consiguen hasta 500 pliegos a la hora (ojo, el doble que la anterior)
Hasta el siglo XVIII no se usa el paginado, si existe algo que se llama "reclamo", que es un método que usa tres letras para ir cuadrando unas páginas con otras... y la signatura (principio casi ya del paginado)
Vemos ahora un grabado muy basto, hecho con un material blando y una gubia, en el que se podían hacer diseños muy básicos, con muy pocos detalles.
(Es una xilografía de Lope de Vega para un libro)
La fundidora industrial es un invento alemán de 1.838. Y es que los alemanes parecen ser los reyes en la invención de máquinaria de esta especialidad. (bueno y de otras... ríase usted de la Thermomix...jaja)
Vemos una antigua linotipia, en el que la colocación de las letras en el teclado no tiene nada que ver con los actuales.
Ser linotipista era un oficio muy duro. A pesar de tener unos horarios reducidos y ganar más que en muchos otros oficios, su esperanza de vida era más corta, puesto que se usaba plomo fundido en las linotipias y los vapores que emitían causaban graves problemas de salud.
Parece ser que pasaban por las fábricas con carros de leche, para que bebieran un buen vaso, en la creencia errónea de que beberla podría paliar los efectos de estos mortales vapores.
A continuación vemos a las pequeñas "Minervas" usadas para pruebas de imprenta y pequeñas piezas, como tarjetas de visita, cartas, recordatorios... lo que se llama en el oficio "remendería.
Como curiosidad, pregunté que hasta cuando se usaron estas máquinas, y parece ser que aún quedan... es que me sonaba que Antonio Alcántara de "Cuéntame" tenía una en su taller de imprenta, (y si, la guía me lo confirma la guía)
Luego nos muestra una de la colección, permamente, se trata del modelo "Victoria" que era la que salía en la famosa serie.
Es esta:
Antes de imprimir definitivamente, había cosas que corregir, y aquí tenemos otro de los oficios de este sector, los correctores. Con unas pinzas se saca la letra o letras que no estén bien.
De todos modos, este proceso tenía un límite, se ponía al final de los libros la llamada "Fe de erratas" porque en muchas ocasiones ya no se podía dar marcha atrás o no se podían corregir tanto y los supuestos fallos que no se habían visto, se advertían de este modo, indicándolos todos juntos al final.
En el terrero de los grabados, el mayor avance fue la invención de la calcografía, en el que se usa una plancha de cobre y con mucha más precisión que la gubia, un buril, con el que se obtenían obras con mucho más detalle y bastante más realistas.
El que hay es un tórculo original del XVII y parece ser que funciona todavía.
Otra curiosidad que nos cuentan es que los grabados van numerados y con ello se conoce el valor que tienen.
Si es un número bajo es más valioso. A medida que se sacan copias, se va gastando la lámina de cobre y se va perdiendo nitidez y detalles.
A tener en cuenta si alguna vez nos topamos con alguno... ya tenemos una base para saber si es más caro o no.
Finalmente y como muy revolucionario aparece la litografía, con una base de piedra y repasado con un lápiz litográfico. Después se fija con goma arábiga y ácido nítrico.
Una vez fijado en la piedra, se moja y con tinta grasa se fija.
La principal ventaja es que es infinito, no se gasta nunca puesto que es piedra, se pueden hacer tantas copias como se deseen sin perder nada de calidad.
Además, permite una mayor combinación de colores que cualquier método anterior.
A principios el XX es también la época de los grandes carteles, de propaganda, fiestas, políticos...
La litografía es una herramienta básica para el desarrollo de estos carteles.
Me viene a la cabeza el modernismo, y los grandes artistas (como mi favorito, A.Mucha).
Finalmente llegamos a la parte de la encuadernación.
Vemos muy de cerca una prensa para encuadernar.
Se colocan bien los pliegos u hojas y se les saca el aire, prensando con un artilugio especial.
Para el recorte de los bordes se usa una llamada prensa de cajón, con una cuchilla, puesto que no se inventa la cizalla hasta el siglo XIX.
Para la costura lateral, se marcan cinco puntos con un serrucho, y finalmente se cosen con distintas técnicas. Primero por pliegues y quedan cosidos entre si, con un hilo encerado especial. Luego se encola el lomo, y se les da unos martillazos sentar las bien las costuras.
Otra curiosidad, muy interesante es que existen unos puntos en el lomo que siguen como un dibujo o cadencia especial, y es que así se ve a la primera si está bien montado:
Finalmente se colocan las tapas de cartón y la lomera, que está hecha con un cartón más fino.
Se ajusta al libro con papel de guardas para que no se vea el cartón y luego se puede decorar por fuera, tanto como se desee.
Por ejemplo si es de piel se le pueden hacer unas marcas hundidas y rellenar con pan de oro.
Hay un encuadernador mítico del XX, Antolín Palomino Olalla que era un maestro de la encuadernación.
En este museo hay un libro, con el exterior decorado con un mosaico de pieles de diferentes colores, que es una maravilla.
Por fuera, es una auténtica obra de arte:
Hasta aquí, la visita a uno de los sitios más desconocidos para mi.
Próximamente, Marisa nos llevará a la imprenta cervantina, pero me parece que nos vamos a volver a sorprender. (edito: la visita es en febrero... ya os contaré)























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