viernes, 20 de marzo de 2020

TALLER CONOCER MADRID 2 - LA QUINTA DE LOS MOLINOS - 26 FEBRERO 2020


26 DE FEBRERO - LA QUINTA DE LOS MOLINOS.

Quedamos en el metro Torre Arias... o lo que es lo mismo, en el metro "a tomar por viento" (distrito de San Blas-Canillejas)
Hoy visitaremos la Quinta Torre Arias y la de los Molinos.
La Quinta torre Arias tiene un horario más limitado, cierra las puertas a las 17:30, y por ello tenemos que apurarnos, para ver lo máximo posible.

Tiene una extensión de  16 hectáreas y la de los Molinos cercana casi el doble...28 Ha.

En el siglo XX quedan separadas, porque los herederos venden una parte para aprovechamiento inmobiliario y aunque parecen dos quintas, en origen eran una sola.

En este espacio se pueden contabilizar más de trescientas especies de plantas herbáceas y hasta cincuenta y una especies diferentes de árboles como una encina con más de 300 años.
Tiene el estatus de jardín histórico singular.

Esta quinta también llamada Quinta de Aguilar, Quinta de Garro, Quinta de Bedmar (1850) y Quinta de Canillejas (¿1870?) hasta 1913, año en que tomó la denominación de Torre Arias.
Su denominación y catálogo como parque nacería como consecuencia del fallecimiento de la última propietaria, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, Condesa de Torre Arias,
En 1986, siendo alcalde Enrique Tierno Galván, sus propietarios firmaron un convenio de donación de la finca, a cambio de la reclasificación de cientos de hectáreas de terreno rústico de su propiedad que pasaron a ser urbanizables. La finca quedaría así en propiedad del Ayuntamiento de Madrid, pero manteniéndose en usufructo hasta el fallecimiento de la condesa, ocurrido el 19 de junio de 2013. Durante la administración de la alcaldesa Ana Botella se estudió la posibilidad de cederlo a la Universidad de Navarra, elaborando un Plan Especial de Protección, que preveía el derribo de algunas construcciones, y que fue desestimado por la oposición de los vecinos y diversas asociaciones, y finalmente por sentencia judicial del Tribunal Superior de Justicia de Madrid

Lo primero qe vemos nada más entrar es la casa de los Guardeses, que parece un pequeño palacete., o al menos parece inspirado en uno.


La finca está en restauración en estos momentos, recuperándose parte de los antiguos jardines.

Comenzamos con un poco de historia: en 1.580 la corte está ya en Madrid.
Y estaba la llamada Cerca de Felipe II. El centro resultaba insalubre. Y en las afueras de Madrid los señores de Canillejas se trasladaron.
En el XVII se conoce como quinta de Aguilar (condes)
En el XIX el dueño es el Marqués de Bedmar , que le da el aspecto actual y aunque el palacete aunque es del XVI, hace las reformas del lugar más evidentes.

A mediados del  XIX los propietarios son los Condes Torre Arias y al final Tatiana Pérez de bla, bla, bla... como expliqué y copié más arriba.






Actualmente se hacen visitas guiadas de no más de 25 personas, realizadas por educadores ambientales, por caminos habilitados.

Eran fincas rústicas y de recreo. Es decir, también se aprovechaban para el cultivo y la ganadería. Esta quinta en la que estamos está más deteriorada que la de los Molinos.
hay pinos centenarios y un árbol muy especial:
Una encina (quercus ilex) de 300 años:


En el año 1.710 el archiduque Don Carlos marcha sobre Madrid y se alojó aquí. Y ya consta la existencia de este árbol.
Contar que, a él no le apoyan, pero tras la guerra de sucesión y el tratado Utrecht se le dan unas tierras de la corona española, o sea que, como dice ahora la gente joven "ni tan mal".

Los invernaderos del siglo XIX están protegidos pero estaban en muy mal estado y se está intentando poco a poco terminar con su restauración.


Hay algunos elementos de hierro forjado, de estilo modernista incluso...
Por ejemplo, este forjado, que sustentaba una gran lámpara o colgador de farolillos gigante:


Pasamos por encima del arroyo de los Trancos, arroyo que atraviesa ambas quintas.
Este arroyo procede del arroyo del Abroñigal, que termina a su vez en el río Manzanares.

Ya sabemos que en esta época conocían la existencia de los viajes de agua. Y es que la comunidad de  Madrid es una zona llena de arroyos subterráneos.



Llegamos a la parte alta de la quinta, donde está el palacete.
Es de e estilo neo mudéjar hecho con ladrillos y con mezcla de estilo alemán (esto se ve sobre todo en la Torre del reloj)
Es muy grande, además de la vivienda hay dependencias para la cría del ganado, perreras, caballerizas... Todo lo habitual en una finca agropecuaria.



La Universidad de Navarra hubiera querido establecer aquí la sede pero no llegaron a un acuerdo, y finalmente no están aquí.
(esta foto de la fachada principal, la he sacado de internet)



Hay constancia de la celebración de fiestas, por ejemplo las celebradas con Alfonso XII y Mª Cristina.
Y también, como un hijo de uno de los condes que fue propietario, muere en guerra de Marruecos y ese año no celebran el baile, está documentado.
Como curiosidad, voy poner también unas fotografías que he sacado de internet
(todas, incluso la de la fachada)
en este artículo: 



Diana y Endimión", una escultura de terracota del artista barroco Michel-Ange Slodtz (París, 1705-1764).


Ala del salón principal, adornada con chimenea y espejo, e iluminada por grandes ventanales.



Y la cocina, que estuvo en activo hasta los años 80.




Interior de la torre, vista desde la escalera que conduce a la planta de arriba.



Salón principal de la finca de recreo de los condes de Torre Arias. Fotografía de Salazar publicada en "Mundo Gráfico" el 4 de septiembre de 1912.


Imagen actual del salón principal en la segunda planta del palacete de la Quinta de Torre Arias, en el número 551de la calle de Alcalá de Madrid.



Empezamos ya la vuelta hacia la salida, puesto que ... ¡¡nos cierran!!
Y pasamos por la casa de las patatas -se ve desde el camino- dejaban las patatas una vez recogida la cosecha.


La entrada principal está por la calle Alcalá y es en forma de exedra (asiento).
Esto viene por las Villas romanas, dónde se llama exedra a un espacio semicircular, con asientos y columnas.
La puerta es de 1.887 y probablemente viene de otro lugar... (Fines XVIII de otra finca).


Ahora tomamos el metro (yo hubiera ido andando, pero la tarde es breve y el tiempo corre, y claro, es lo más rápido) y nos vamos al otro parque histórico: la Quinta de los Molinos.

Esta finca tiene 28 ha. , casi el doble que la que acabamos de visitar.
Era propiedad del conde Torre Arias, se la regala en 1.920 al arquitecto César Cort Botí.
Este alicantino era profesor de urbanismo en la Escuela de Arquitectura y además concejal en el Ayuntamiento. Y amigo y seguidor de Arturo Soria. Académico de la Real Academia de San Fernando.
Vivió hasta los 93 años y murió sin descendencia, así que cedió la finca al Ayuntamiento de Madrid, en los tiempos de Enrique Tierno Galván.
Durante el verano, el parque acoge actividades culturales, como conciertos ligados a los Veranos de la Villa.
Es un parque mucho más cuidado que el otro que hemos visitado.
Los árboles más famosos son los almendros, pero tiene otras muchas especies más, como plátanos de sombra, higueras, encinas, pinos o eucaliptos.


Nosotros lo hemos pillado en un momento flojo de flores, y eso que habíamos programado la visita para hacerlo coincidir con la máxima floración... pero como el tiempo está muy loco últimamente, no resulta tan espectacular como nos esperábamos... o si?






En la zona llana, estaba el espacio agrícola, y arriba, tras pasar de nuevo el arroyo de los Trancos, tenemos la vivienda, el palacete, diseñado a principios del siglo XX.
Hay dos molinos para subir el agua a la zona alta... y por eso se llama así (no son molinos de moler... como yo, tonta de mi, me creía...jajajaj)

Es un lugar con todas las comodidades y lujos... hay lagos, fuentes, imitando a los espacios de la corte.





La corte, la monarquía y nobles son un motor económico para la zona a donde se movían ... Van con toda la servidumbre y personal necesario... así lugares como  Aranjuez o La Granja en Segovia se ven alterados, para bien, económicamente.

Los molinos están traídos de Míchigan USA. Es verlos y acordarse de las pelis del oeste...jiji.


El jardín está inspirado en el Paisaje mediterráneo (Cort Botí es de Alicante)
Hay dos tipos de jardines: el jardín francés, en el que todo está milimetrado y colocado perfectamente y el inglés, en el que la naturaleza fluye, crece un poco más salvaje y se respeta el terreno...
Aquí se inspiran más bien en este último.





Un poco más arriba todavía, está el Molino y la casa del reloj.
Esta es una segunda vivienda, como una casa de verano. Cort Botí se cayó y quedó mal de la cadera. En esta casa hay muchas menos escaleras y resultaba más fácil para vivir.
Es un concepto de casa-castillo, con poca decoración. (a mi me gusta... no me importaría vivir aquí, la verdad)
Fue durante un tiempo escuela de jardinería municipal, pero en la actualidad está abandonada.



Llegamos a un espacio grande y plano que Marisa nos descubre cómo una antigua pista de tenis, con gradas alrededor formando bancales con ladrillo y hierba y un frontal con forma de circo romano.
Y el otro molino para llevar el agua se ve al fondo.





La última parte de nuestra visita consiste en visitar un edificio de 1.933. Es el Palacete.
De estilo sobrio, en respuesta al modernismo tan en boga en este momento. Es el prerracionslismo, previo al art deco.
Solo se usan juegos de volúmenes en la Torre, que recuerda a los zigurats.
La decoración consiste tan solo en jugar con la alternancia de vanos.


En la torre hay dos frontones y nada más.
Era un edificio singular y muy moderno en su época. Justamente al lado hay unos preciosos jardines y una rosaleda, que según nos cuenta Marisa, se pone preciosa en la época de floración.


Y bajo un enorme almendro, Marisa nos cuenta mil cosas más: nos habla del hanami, la celebración de la floración del cerezo en Japón... Toda la familia se va al campo de picnic, celebrando la llegada de la primavera.

En relación con los almendros, nos habla del mito de Proserpina y de cómo Plutón la rapta, enamorado de su gran belleza. 
Su padre Júpiter, se quedó tan triste que peligra la vida en la tierra.
Por ello, llegan a un acuerdo y Proserpina pasa seis meses en el inframundo y seis con su madre Ceres.
Para darle la bienvenida florecen todas las plantas y el primero de todos es el almendro.
Proserpina también está ligada al mito de la muerte y la vida.


El almendro es propio de la cultura mediterránea. Es fuente de vida.
Nos provee de aceites muy ricos para la alimentación, el cuidado del cuerpo...etcétera .
Es tan antiguas conocidas sus bondades que en la tumba de Tutankamón había almendras, y se cree que para ellos era un símbolo de la vida eterna.
También en el Cristianismo, podemos ver la importancia de los almendros.
A menudo se representa a Cristo Pantocrátor dentro de la mandorla o almendra mística, como símbolo de la vida eterna.
En las culturas judía  o islámica también se hacen referencias constantes al almendo.

Por último otra leyenda más ligada al almendro:
Uno de los cuentos del Conde Lucanor, obra castellana medieval, escrita por Don Juan Manuel hacia el año 1.330... habla de este árbol, de cómo planta almendros en Andalucía para rememorar la nieve (ella era de Navarra)

Y transcribo literal por si alguien siente curiosidad, como yo:

Lo que sucedió al Rey Abenabet de Sevilla con Romaiquía, su mujer (cuento nº XXX)

Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, de este modo:
-Patronio, mirad lo que me sucede con un hombre: muchas veces me pide que lo ayude y lo socorra con algún dinero; aunque, cada vez que así lo hago, me da muestras de agradecimiento, cuando me vuelve a pedir, si no queda contento con cuanto le doy, se enfada, se muestra descontentadizo y parece haber olvidado cuantos favores le he hecho anteriormente. Como sé de vuestro buen juicio, os ruego que me aconsejéis el modo de portarme con él.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, me parece que os ocurre con este hombre lo que le sucedió al rey Abenabet de Sevilla con Romaiquía, su mujer.
El conde le preguntó qué les había pasado.
-Señor conde -dijo Patronio-, el rey Abenabet estaba casado con Romaiquía y la amaba más que a nadie en el mundo. Ella era muy buena y los moros aún la recuerdan por sus dichos y hechos ejemplares; pero tenía un defecto, y es que a veces era antojadiza y caprichosa.
»Sucedió que un día, estando en Córdoba en el mes de febrero, cayó una nevada y, cuando Romaiquía vio la nieve, se puso a llorar. El rey le preguntó por qué lloraba, y ella le contestó que porque nunca la dejaba ir a sitios donde nevara. El rey, para complacerla, pues Córdoba es una tierra cálida y allí no suele nevar, mandó plantar almendros en toda la sierra de Córdoba, para que, al florecer en febrero, pareciesen cubiertos de nieve y la reina viera cumplido su deseo.
»Y otra vez, estando Romaiquía en sus habitaciones, que daban al río, vio a una mujer, que, descalza en la glera, removía el lodo para hacer adobes. Y cuando la reina la vio, comenzó a llorar. El rey le preguntó el motivo de su llanto, y ella le contestó que nunca podía hacer lo que quería, ni siquiera lo que aquella humilde mujer. El rey, para complacerla, mandó llenar de agua de rosas un gran lago que hay en Córdoba; luego ordenó que lo vaciaran de tierra y llenaran de azúcar, canela, espliego, clavo, almizcle, ámbar y algalia, y de cuantas especias desprenden buenos olores. Por último, mandó arrancar la paja, con la que hacen los adobes, y plantar allí caña de azúcar. Cuando el lago estuvo lleno de estas cosas y el lodo era lo que podéis imaginar, dijo el rey a su esposa que se descalzase y que pisara aquel lodo e hiciese con él cuantos adobes gustara.
»Otra vez, porque se le antojó una cosa, comenzó a llorar Romaiquía. El rey le preguntó por qué lloraba y ella le contestó que cómo no iba a llorar si él nunca hacía nada por darle gusto. El buen rey, viendo que ella no apreciaba tantas cosas como había hecho por complacerla y no sabiendo qué más pudiera hacer, le dijo en árabe estas palabras: «Wa la mahar aten?»; que quiere decir: «¿Ni siquiera el día de lodo?»; para darle a entender que, si se había olvidado de tantos caprichos en los que él la había complacido, debía recordar siempre el lodo que él había mandado preparar para contentarla.
»Y así a vos, señor conde, si ese hombre olvida y no agradece cuanto por él habéis hecho, simplemente porque no lo hicisteis como él quisiera, os aconsejo que no hagáis nada por él que os perjudique. Y también os aconsejo que, si alguien hiciese por vos algo que os favorezca, pero después no hace todo lo que vos quisierais, no por eso olvidéis el bien que os ha hecho.
Al conde le pareció este un buen consejo, lo siguió y le fue muy bien.
Y viendo don Juan que esta era una buena historia, la mandó poner en este libro e hizo los versos, que dicen así:
Por quien no agradece tus favores,no abandones nunca tus labores.




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