Este viaje lo recuerdo con muuucha ilusión, creo sinceramente que es uno de los mejores que hemos hecho, por los maravillosos lugares que visitamos, porque fuimos con las bicis, porque el tiempo acompañaba, porque la casita rural era cómoda y muy chula, porque recibimos la visita de Carolina y Ramón el fin de semana...
Fue genial, de verdad.
La casita estaba en el pequeño pueblo de Muriel de la Fuente, muy cerca del Burgo de Osma y un poco al norte de Tajueco y la zona de los abuelos de Manu.
Siempre he creído que Soria era una provincia muy bonita, y también muy desconocida.
Nosotros la hemos explorado un poco en el pasado, y espero que podamos explayarnos en un futuro no demasiado lejano.
La casa rural se llamaba "El Colmenar" y tenía su explicación, ya que la dueña vendía una miel riquísima, recogida por ellos mismos (nos llevamos un tarro de 1 kg. y nos duró bastante)
La casa era bastante nueva, con una especie de mirador sobre un jardincillo, unas habitaciones muy amplias y una mesa estupenda en el comedor.
En un pueblo tan pequeño es imposible pasar desapercibido, sobre todo con dos niñas, dos bicis, dos sillitas de bici, así que al cabo de media hora todo el mundo sabía ya de nuestra llegada...jeje
Como íbamos con las bicis, aprovechamos bien nuestros días e hicimos bastantes paseos con las niñas a cuestas.
Las primeras excursiones fueron en los alrededores del pueblito, un paraje precioso, con caminos tranquilos y multitud de caballos al borde mismo de la carretera, con lo que nuestros paseos resultaban bien divertidos.
Además, había unos columpios -muy pocos en realidad, pero para las edades de nuestras hijas (3 y 6) más que suficientes- en los que además era practicamente la única zona de cobertura del móvil. Qué ratos más buenos...
El paseo más conocido de la zona, y a la vez el más cercano al pueblo es ir a "La Fuentona" que es una especie de lago o surgencia, lugar de nacimiento del río Abión.
Es un paraje espectacular, con unas aguas transparentes y llenas de vida, plantas y animalicos, que queda encerrado en una especie de valle, rodeado por unas elevaciones rocosas, de muy fácil acceso.
Había a la entrada incluso un mirador de aves rapaces (buitres en su mayoría) en el que solía haber un guarda forestal o algo por el estilo, que nos las mostraba incluso con una especie de telescopio o binoculares potentes, no recuerdo bien.
A la entrada del pueblo, hay un centro de interpretación, el antiguo y rehabilitado Palacio de Santa Coloma también llamado "La Casa del Parque", en el que entre otras cosas nos hablan de la Fuentona el tema de espeleobuceo, el sabinar de Calatañazor y otras maravillas naturales cercanas.
Nos impresionó bastante una parte del centro, en la que habían habilitado una pantalla gigante en la que se veía el fondo mismo de la fuentona, pues había una cámara subacuática y se podía incluso orientar y buscar, o hacer que buscas, en las profundidades de la laguna.
A Paula particularmente, le encantó (aún lo recuerda claramente, y eso que tenía 6 años solo)
Hacemos una visita al cercano sabinar de Calatañazor, un sitio mágico, con unos árboles milenarios, cuya madera dejaba una estela fresca en el aire. Luego nos enteramos de que tradicionalmente se hacían muebles como armarios y cómodas para dar buen olor a la ropa y para que los bichillos huyeran.
Era un día un poco húmedo, pero acompañaba a la perfección.
También estuvimos en San Baudelio de Berlanga, cumpliendo así un viejo sueño mío de visitar este emblemático edificio del románico.
Una auténtica joya en medio de la nada, esta es la verdad.
Me hizo una ilusión tremenda la visita.
Además fuimos a Soria y visitamos a Lourdes y Daniel, pasando la tarde con ellos.
Recuerdo que Irene tenía un problema digestivo -una diarrea de caballo- y se tomó para merendar un sandwich de nocilla... ay, que aprensión me daba... Lourdes me tranquilizaba, diciendo que si le apetecía, incluso se podría curar y todo con el chocolatazo... y resultó ¡qué tenía razón!
Fue además, el primer contacto de Paula con los videojuegos. Tenían uno antiguo de Mario bross conectado a la tele y la granuja se lo pasó en grande.
Al día siguiente visitamos un pueblillo cercano, Abioncillo una aldea rehabilitada, que tenía un precioso árbol decorado como un totem y en ese fin de semana se estaba celebrando un "mercadillo medieval" que resultó un poco fiasco... A la vuelta nos enteramos que hacen campamentos y cosas así, en la línea de bohemios y modernos hartos de la ciudad que desean retomar el campo y las antiguas costumbres y todo ese lío...
En un huerto cercano las niñas alimentan a un burrito, a través del cercado, y se empiezan a emocionar hasta el punto que el burro muerde un dedito de Irene en vez de la hierba que con tanto cuidado le dan ("me ha mordido el burro de los dientes grandes" fue la frase de la pobrecita mía)
También hacemos una excursión a Cabrejas del Pinar, por una carreterilla pintoresca, que sube por el monte y llega al pueblo. Nos tomamos algo en el único bar de la localidad, y nos volvemos otra vez a Muriel.
El fin de semana llegan Carolina y Ramón y les enseñamos Muriel, la Fuentona y el centro de interpretación.
Al día siguiente visitamos todos Calatañazor y sus callecitas, el rollo y el castillo en ruinas, sus típicas chimeneas pinariegas y comemos en un precioso y cuco restaurante mozárabe.
Como la tarde acaba en tormenta, nos volvemos a la casa a disfrutar un poco más de nuestra mutua compañía y finalmente el domingo por la tarde regresamos... a la gran urbe, qué asco
Mi intención siempre ha sido volver a esta zona y además me encantaría ir con los García Cabrero, o con los Ramos Martín, con los que compartimos tanto amor por la naturaleza.
Así que cómo decía aquel:
- "Volveré"







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